La Organización Fuerza de Mujeres Wayuu
de la mano con La Red SEIMAKAN y FOKUS – NORUEGA, se estarán reuniendo los días
4, 5, 6 y 7 en La Ciudad de Valledupar, informándose y formándose en cuanto a
los acuerdos logrados en La Habana y la era del Posconflicto.
El recientemente anuncio del “fin
de la guerra” entre el estado Colombiano y la guerrilla de Las FARC, sin duda
alguna ha puesto sobre el panorama nacional e internacional, un sin número de
planteamientos que conllevan a pensarse acerca del -“¿con qué es que se come
eso?”, ya que la gran mayoría de la sociedad Colombia de esta generación, no ha
vivido un solo día sin haber recibido una noticia de un hecho violento, que si
bien puede ser atribuido en otro contexto de la guerra como el narcotráfico, el
paramilitarismo, los falsos positivos o delincuencia común, el análisis desde
escenarios regionales toma relevancia en la medida que el impacto haya llegado a sus entornos, que para el caso de La Región Caribe y específicamente en el
Departamento de La Guajira, mujeres wayuu e indígenas, vienen desde hace años
haciendo un análisis retrospectivo, partiendo que en la voz de centenares de
madres, hermanas e hijas llorando la sangre de sus muertos, se les debe tener
en cuenta como argumento vital para ser escuchadas y brindar espacios de participación en la
toma de decisiones para las formas de vida a proponer para generaciones futuras.
El punto de partida inicialmente
es el dejar como mensaje claro que el fin del conflicto con Las FARC, no es
garantía de paz, ya que si “hablar de balas se trata”, la presencia de grupos
violentos en los territorios indígenas los ha habido de todo tipo y de todas
las tendencias ideológicas, de las cuales incluso no se escapan las estatales, evidenciando
de esta manera que el trabajo por la proyección de una sociedad en paz, es una
tarea aún en construcción, sumándole a este panorama, que al preguntar desprevenidamente
a cualquier mujer indígena acerca de su imaginario de paz, la respuesta común
denominadora será cercana al describir la recuperación de la armonía territorial
en torno a sus usos y costumbres, entre los cuales siempre mencionan la
agricultura, el pastoreo y la artesanía, lo cual no se ha podido desarrollar
debido a modelos políticos y económicos que les sumergen a diario en una
sociedad que no tiene certero acceso a la educación, que la salud posee
esquemas inoperantes acorde a los usos y costumbres y que la participación en
los espacios de decisión es cooptada por la politiquería y protocolos de
contratación que han estimulado la corrupción, siendo estos los hechos “de
guerra” que el estado colombiano, - considera la opinión de las mujeres indígenas –
no han sido tenidos en cuenta, siendo el hecho más demostrativo de esta tesis,
la muerte de más de cinco mil niños wayuu por desnutrición en el pueblo wayuu.
Ante este panorama,
Organizaciones de La Guajira como La Fuerza de Mujeres Wayuu, quienes
articuladas a La Red de Mujeres Indígenas del Caribe – Red SEIMAKAN, en
cooperación Noruega desde La Plataforma de Mujeres para el Desarrollo – Fokus,
desde el 2010 vienen generando espacios de debate, como lo es la que se llevará a cabo del 4 al 7 de agosto de 2016 en Valledupar, en la cual se plantea hablar de cara a lo que se piensa
desde las experiencias y las cosmovisiones indígenas, teniendo en cuenta escenarios que parten
desde el espíritu reflexivo de la era que se vive, los planteamientos giran en
torno a la puesta en marcha de estrategias que propendan a la contribución de
la mejora de la situación social, económica y política de las mujeres, para lo
cual se considera de suma importancia el fortalecer alianza inicialmente
regionales para el poder proyectar modelos de vida en torno a la paz ante
Colombia y el mundo.
Se plantea estar en una etapa de conocimiento y diagnóstico,
el panorama acerca de los que es “el fin de la guerra con Las FARC”, es un
hecho histórico considerado de “celebrar”, en el buen sentido de la expresión,
ya que es la guerrilla más antigua de américa y la que mayor impacto sostuvo en
los más de 50 años de existencia en Colombia, lo cual la convierte en emblemática
en la instancia a la que se le debe llevar en el aprovechamiento de escenarios
encaminados a garantías que permitan llegar al esclarecimiento de la verdad, el
inculcar en la sociedad sentimiento de reconciliación, la cual en el marco de
una justicia transicional, se garantice el crecimiento oportuno de la participación
de la mujer en los espacios de la toma de decisiones, para lo cual vienen preparándose
continuamente.
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