El paciente es Colombia y el Conflicto armado es la pandemia: Manifiesta tener fiebres altas con una calentura de 43 masacres registradas en lo que va corrido de este año. La tos seca se escucha salir de los fusiles por todas partes del territorio nacional; la ciudadanía en general ha perdido el gusto y el olfato porque la guerra les parece normal; la dificultad para respirar es agobiante y no hay ningún rincón del país que no presente estos casos sintomáticos; Todos los síntomas nos tienen en cuidados intensivos.
Por mas que ha usado tapabocas de 2 tipos: con pañoletas y pasamontañas, así como también con panfletos amenazantes y asesinatos selectivos a los liderazgos sociales; este conflicto ha lavado las manos de políticos, banqueros, millonarios empresarios y magnates hacendados que han estimulado la corrupción y mentira que mantiene enfrentadas a las bacrim, guerrillas, paramilitares y fuerzas del estado, se aísla socialmente a las zonas rurales, no ha habido vacuna alguna que logre la contención de esta peste que está contagiando a todo el mundo. Nos hacen creer que es el narcotráfico, pero en realidad es la ambición.
La agonizante Colombia observa
la posibilidad de una cura y al igual que en el panorama internacional, Estados
Unidos, Inglaterra, Rusia y China dicen estar en la carrera por la vacuna a sus
pandemias internas, este estado ha hecho esfuerzos desde el 91 con la
constitución, con la desmovilización paramilitar y la ley de justicia y paz,
con los acuerdos logrados en La Habana con la guerrilla de Las FARC; pero que
va, el gobierno de Duque ha decretado un aislamiento selectivo rompiendo todo
protocolo de bioseguridad incumpliendo dichos acuerdos, razón por la cual es
obvio que el rebrote de esta guerra pandémica pareciera que nunca acabará.
Expectante pero activa, la sociedad civil busca autoprotegerse y un ejemplo de esto es el proceso del Movimiento Fuerza de Mujeres Wayuu, que en el Departamento de La Guajira desde el año 2005 ha venido haciéndole seguimiento a esta peste en Territorio Wayuu, la cual ha dejado centenares de muertes, decenas de desapariciones, violaciones a derechos humanos y desplazamientos, y que desde el 2018 con el apoyo de Oxfam, viene haciendo diversas actividades para analizar, formar, documentar y publicar un evidencias que narren el origen de la guerra en La Guajira, las causas y sus consecuencias; “solo entendiendo de donde viene el conflicto y haciendo memoria, podemos empezar a trazar el sendero de la justicia, la verdad, la reparación y las garantías de no repetición” – suele mencionar Dulcy Cotes del Eiruku Epinayuu – Abogada y miembro activa de esta organización.
Jakeline Romero del Eiruku Epieyuu expresa: “En medio de la situación a las que nos ha sometido el coronavirus en este 2020, no podemos dejar a un lado hablar de la pandemia del conflicto armado de este país – nuestra pandemia más fuerte, porque lo ha invisibilizado y eso ha permitido que se agudice la guerra, las muertes y la insensatez frente al principio de la vida, porque este virus si que nos esta matando desde hace más de 60 años” – para esto La Fuerza ha desarrollado talleres de socialización del conflicto, procesos de formación e información del tema a líderes, autoridades, jóvenes y comunicadores del Territorio Wayuu, actividades que han arrojado como resultados un documental llamado “Manifiesto Wayuu – Voces que narran el conflicto en La Guajira” y al finalizar el presente año se estará publicando un documento recoja estructuralmente la memoria de todas estas voces para hacer presencia en el documento que se encuentra en construcción por parte de La Comisión para el Esclarecimiento de La Verdad, la cual es considerada la medicina tradicional para aliviar los síntomas de tristeza que las balas han dejado a las familias wayuu.
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