Monumento IDENTIDAD de Maicao - Abuelo de las barbas de Maíz
Por, Miguel Iván Ramírez Boscán
Aun en medio de la aridez que
caracteriza el territorio guajiro, si hay una verdadera vocación que podemos
reconocer de los wayuu, es la de sembrar la tierra. De hecho es algo que
caracteriza todo tipo de poblaciones en todo el mundo: los orientales siembran
arroz, los europeos trigo y en las américas los pueblos indígenas sembramos
maíz desde la más alta montaña, hasta el más caluroso desierto. Pero Maicao decidió
sembrar un monumento.
De niño solía ir a la finca
con mi abuelo y abuela casi todos los días. En los corrales se criaban vacas,
cerdos y chivos. Mi abuela se dedicaba a las gallinas, pavos y animales de compañía.
Había algo que no era cotidiano aunque se pensara en ello a diario; esperar la
temporada de siembra cada año en la que se sembraba yuca, patilla, ahuyama y
por supuesto maíz. Esta forma de desarrollar la vida aun la conservan varios de
mis tíos y primos, eso sí, ya no es para nada igual porque les toca estar
lidiando con las inestabilidades climáticas que han caracterizado estos
tiempos.
Remembrando a los viejos José
Domingo Boscán y Dolores Bonivento – una de las familias wayuu pobladoras de Maikou,
antes de lo que llaman fundación de Maicao, de la voz de mí madre varias veces
hemos revivido las prácticas de mis bisabuelos, quienes vivían en lo que aún
era una ranchería y hoy se conoce como Barrio Boscán. Entre sus fragmentados
relatos a través de los años, se resumen contándome que en aquellas épocas esta
familia agradecía la prosperidad alrededor de los años 1920 a 2 cosas: La
primera a la siembra de ajonjolí, algodón y por supuesto el maíz. La segunda al
auge comercial fronterizo que se daba alrededor del famoso cacaito de la plaza
central.
El departamento de La Guajira
y en especial el Municipio de Maicao, afronta para estas épocas un flagelo en
el que convergen diversas problemáticas: cambio climático, corrupción, bloqueos
comerciales, cierre fronterizo; todo esto ha dado como resultado sequías,
muerte de animales, perdida de cultivos, hambrunas, desempleo y una crisis
migratoria que desmedidamente acrecienta nuestra diversa identidad poblacional,
la cual se sumerge en elevados índices de inseguridad.
Este relato me nace debido a
que la actual administración municipal decidió sembrar lo que han llamado:
Monumento IDENTIDAD, el cual aunque quedó atravesado, debo reconocer que me
gustó; sin embargo este esfuerzo de generar sentido de pertenencia, en el que
se honra “Al Abuelo de las barbas de Maiz”, debe ir más allá que un recurso sembrado
para embellecer una ciudad, o sembrado para generar arraigo identitario; un
monumento de este tipo debe ser para acompañar la vocación que desarrolla
cultural, social y economicamente nuestro poblamiento maicaero. Como ejemplo
esta Medellín que honra las flores, Cali la caña de azúcar, Valledupar el arte
de la música vallenata.
Las tierras de Maicao están abrazadas
por la serranía de Perijá y colindan fronterizamente con el desierto que inicia
en Uribia. La gran mayoría de estas tierras están en manos de familias wayuu
que desde hace un par de décadas vienen padeciendo el hambre y la sed. Su
vocación de arar la tierra se ha ido desvirtuando debido a choques culturales y
por supuesto mencionar de nuevo el cambio climático; aquí mi escrito se
transforma entonces en una apreciación que busca hacer propuestas para que como
maicaeros amemos más ese monumento.
Pienso entonces, qué
pertinente sería que en compañía del monumento se despliegue un plan masivo de
siembra de semillas de maíz por todos los alrededores maicaeros; que desde la
administración municipal surjan soluciones definitivas para garantizar el agua
a las comunidades y por ende el fortalecimiento de los cultivos; que se
tecnifique y forme agroindustrialmente al wayuu y al campesino maicaero, para
que con esto revivamos ese Maikou que dio origen y prosperidad a Maicao.
Como wayuu no se quiere ser
parte de la historia porque en nuestro himno repose la razón de donde se deriva
el nombre del municipio, no se quiere ver como como la pieza autóctona y
artesanal que come chivo y teje chinchorros; el wayuu no se quiere ver
representado en monumentos por todas partes; así como tampoco se le quiere ver como
el pobre indio al que se le debe ayudar. Contario a esto al wayuu se le debe
reconocer como dueño ancestral de este territorio y por ende como seres humanos
capaces de realizar las transformaciones sociales que a gritos pide nuestra
colapsada sociedad.
Hoy veo centenares de
Maicaeros que aunque criticaron la obra, van y se toman fotos con él. Ya hay
algo más a que tomarle foto en Maicao a parte de la plaza, Juan Hotel o la
Mezquita. Repito, quedó bonito pa’ que… mi invitación la cierro entonces con
esta reflexión que he decidido compartir como un maicaero más que para que
cuando cumpla los 100 años de vida administrativa, pueda decir: superamos la
crisis gracias a la siembra de maíz.
Bienvenido Monumento IDENTIDAD
– Abuelo de las barbas de Maíz… Sembremos maíz.
PD: Cuidemos las semillas
endémicas… ¡ojo! Con los transgénicos y fumigaciones… después la chicha y la
arepa no sabrá igual.
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