El vocablo popular se ha fortalecido en Venezuela, se ha posicionado en el argot común para
referirse a los delitos o acciones de la ciudadanía que evade los
controles aplicados por el Estado para la supervivencia, porque queda
claro que hay un alto grado de corrupción.
Por; Olimpia Palmar
Miembro
de la Red de Comunicación
del pueblo Wayuu Putchimaajana
Yanaidys16@gmail.com/ @Olimpia_Palmar
Para la gente la acción de buscar alimentos en un
supermercado se ha convertido en “bachaqueo”, homónimo de la faena que realizan
los bachacos (especie de hormiga) para recolectar sus alimentos.
Para el Gobierno el “bachaqueo” significa ir a
comprar productos a precio y expendio regulado y viajar a Colombia para su
reventa, lo que implicaría el delito de contrabando de extracción.
El termino
se ha naturalizado, tanto por su frecuente uso en boca de los voceros del
Gobierno, ya no se distingue quienes compran para su casa y quienes para el
acto ilícito. En tal sentido, las comunidades indígenas que habitan la
frontera, aunque con idiomas propios también reproducen términos.
El vocablo popular se ha fortalecido en Venezuela, se
ha posicionado en el argot común para
referirse a los delitos o acciones de la ciudadanía que evade los
controles aplicados por el Estado para la supervivencia, porque queda
claro que hay un alto grado de corrupción.
El Municipio Guajira al norte del Estado Zulia es custodiada por ocho puntos de control del
Ejército Nacional Bolivariano (ENB) y de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB),
dos más bajo tutela del Cuerpo Policial Bolivariano del Estado Zulia (CPBEZ),
uno por la Policía Municipal Guajira y otro más por el Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalística (CICPC)
El argumento para tantas restricciones: la
ubicación geográfica, los lindes fronterizos con la tierra colombiana del
Departamento de La Guajira ha desarrollado una habilidad única para entender y
aplicar nuevas definiciones en la llamada “Frontera de Paz”.
Cabe destacar que desde septiembre pasado se
mantiene cerrado el paso ente ambos países en el sector de “Paraguachon”, por
mandato presidencial de Nicolás Maduro, jefe del Estado venezolano. A
continuación un glosario de los términos utilizados:
El punto: encabeza la lista del diccionario de la
corrupción. Se refiere a una pimpina de 25 litros de gasolina. Cabe destacar
que el referente es de uso común por la población quién se ve obligado a
comprar combustible fuera de la única estación de servicio que existe en la
zona y la cual regula la venta con chip de gasolina.
La maraña o matraca: es la cuota (dinero) entregada a los efectivos
militares para que no incaute el cargamento de contrabando. El gobernador
del Zulia, Francisco Arias Cárdenas, acuñó el término en un acto militar el
pasado 4 de febrero cuando se refirió al negocio que se ha establecido
por los puntos de control en la zona.
El monto a pagar depende de la cantidad de
mercancía y oscila entre 200 a 2 millones de bolívares fuertes.
Tumbe: si el proceso de negociación no se da, es decir, si
no se da la maraña, entonces se incurre en un “tumbe”, que se traduce en el
decomiso del cargamento a contrabandear.
Bolero: persona que se encarga del cobro de la
“matraca”. Camuflajeado con el aspecto de vendedor informal, utiliza una
mochila wayuu o bolso cruzado y se ubica en las cercanías del punto. Su función
es recibir el dinero exigido a los contrabandistas o transeúntes por los
cuerpos de seguridad, definición que dista del género musical.
Moscas: son los encargados de concretar el acuerdo sin
novedades que alerten o alteren el orden público.
Para conocer estos términos y ver su aplicabilidad
no se necesita hacer una aventura, infiltrarte o esperar a que caiga la noche;
viajar en un carro por puesto es suficiente. Viajar sin equipaje, paquetes o
bolsas te convierte en un pasajero predilecto.
Durante el viaje en los vehículos con asientos
desgastados, el olor a gasolina y el vallenato a todo volumen, se
escuchan las anécdotas de los choferes y pasajeros, frases como “aumentaron la
maraña” o “dáselo al bolero” se vuelve normal al cruzar el puente sobre el río
Limón o cualquier punto de control apostados en la troncal del caribe ruta que
comunica a Venezuela con Colombia.
Es común que la señora que viene al lado le diga al
conductor “arregla vos”, mientras que el maletero está abarrotado de productos
y mercancía cuyo destino, muchas veces, no es Colombia, o tal vez sí.
En el recorrido de los 100 kilómetros que existe entre Maracaibo y la población de Paraguaipoa es común ver camiones
con cargamento de alimentos para atender en teoría a la Guajira éstos reciben una firma aval de la Sala Situacional ubicada en el puente
Rio Limón y conformada por autoridades nacionales a través del Ministerio de
Pueblos Indígenas, la secretaria de la
Gobernación del Estado Zulia y Alcaldía de la Guajira y representantes
militares , este sello le permite el libre tránsito con sus cargamentos porque cumplen con las normativas estipuladas por la
Superintendencia Nacional de Silos, Almacenes y Depósitos Agrícolas (Sada),
para atender el déficit de alimentos.
Entre
términos y palabritas, anuncios y protocolos,
medidas y controles el contrabando de combustible y alimentos circula a
diario por la Guajira entre su carga evidencia la corrupción y complicidad de
quienes deben proteger la economía nacional y a su paso deja entre la población
wayuu indignación y miseria.
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