A pesar de la sequía, del cierre de la frontera, y de la histórica ausencia de políticas de Estado para la región, el pueblo Wayuu de la Alta Guajira continúa luchando por la defensa de sus derechos.
“Cuando las cajas de comida y carrotanques no volvieron; llegaron los ángeles de OXFAM, desde que llegaron no mueren más niños en nuestra comunidad, llegó el agua a las casas y ya no nos duele la barriga”. Eso nos dijo una niña del internado de Siapana este mes de Febrero de 2015.
A unas cinco horas de Rioacha, capital de la Guajira, y a pocos kilómetros de Punta Gallinas y la frontera con Venezuela, se encuentran las rancherías de Siapana, Porshina y Tawaira, tres poblaciones que en la división geográfica son colombianas, pero que en la práctica cotidiana sostienen fuertes vínculos con Venezuela, vínculos que a raíz de la actual situación con el país vecino, se les dificulta mantener.
El testimonio de las niñas y niños del internado en Siapana, fue emocionante, pero leído desde un escritorio en Bogotá, puede parecer exagerado. Esta impresión se desvanece cuanto se conoce la realidad de los niños, niñas y comunidades en lo que el pueblo Wayuu denomina la “zona norte extrema” o coloquialmente “la extrema”:
Él es Ebrain, salió de su casa de madrugada, llegó a media mañana al pozo más cercano. 5 horas en burro. Ha traído 5 bestias, para que cada una lleve dos baldes. Debe llenar los 10 baldes antes de regresar a su casa, esa es su tarea.
No sabe cuánto se va a demorar pero él, dice, no regresa hasta que termine… Pasará todo su día en esta labor porque el molino extrae el agua cada vez que sus escasas aspas logran moverse con la brisa de hoy. Cada semana Ebrain, como la mayoría de niños, niñas y mujeres en la Alta Guajira realiza varias veces este viaje en busca del agua… expuestas a un sol inclemente, a la deshidratación, y a la suerte.
Así es la vida en la extrema Guajira.
Mediante la reparación de 6 micro sistemas de abastecimiento de agua con energía eólica y solar y la provisión de filtros de cerámica para obtener agua segura, OXFAM logró que llegue el agua a lugares en los que durante años no ha habido suministro. De ellos se abastecen ahora miles de personas y se surten los abrevaderos para los animales.
Ese trabajo fue realizado con fondos propios de OXFAM y con recursos del Fondo ERF (Emergency Response Fund) para Colombia. Por eso las comunidades con las que adecuamos los sencillos sistemas de bombeo y distribución de agua estaban tan emocionadas. Emocionadas, pero indignadas como nosotros…
“El trabajo de Oxfam es una belleza, es una bendición, estoy agradecido: no hay palabras para describirlo.” Dijo Juan Vicente Piayou, representante de la comunidad Oucharipa.
Juan nos contó también que el Estado sí ha hecho presencia en su comunidad: fue en la época de Rojas Pinilla… Desde entonces, nada…
La indignación viene por eso, porque en realidad agua hay, pero la infraestructura está completamente abandonada. Las soluciones son fáciles, pero no llegan. Reparar uno de los 10 pozos que hicieron tan felices a las niñas y comunidades de Siapana, Tawiara y Porshina, no cuesta más de 15 millones de pesos en el peor de los casos.
La población Wayuu de la Alta Guajira enfrenta una situación crítica de inseguridad alimentaria y un colapso de los medios de vida familiar y acceso a agua segura.
El principal determinante de la crítica situación de inseguridad alimentaria ha sido el giro forzoso que la población ha tenido que enfrentar por los controles en la frontera colombo venezolana, pasando de abastecerse con productos venezolanos híper-devaluados, subsidiados y de fácil acceso físico, a abastecerse de productos en Colombia, cuyo acceso físico es difícil por la precariedad de las vías de comunicación. La canasta alimentaria por la que en Venezuela pagan $29.520 pesos (su equivalente en Bolívares fuertes), ahora la compran en Colombia por $54.850 pesos, casi el doble.
La escasa disponibilidad de agua para el consumo humano y animal, y la ausencia o deterioro de los micro-acueductos, pozos, molinos y plantas desalinizadoras que existen en toda la Alta Guajira, actúan como factores agravantes considerables: muchos jagüeyes (reservorios de agua al aire libre, del que beben tanto personas como rebaños de cabras y otros animales) se han secado, y las mujeres, los niños y niñas, a cargo del aprovisionamiento de agua para el hogar, demoran hasta 4 horas en llegar al pozo de agua más cercana que, en muchos casos, se encuentra dañada, contaminada o contiene agua salobre.
Los pronósticos sobre las escasas precipitaciones que se pueden esperar durante el primer trimestre del año 2015 permiten anticipar un empeoramiento de la situación de acceso a agua y seguridad alimentaria.
Este empeoramiento de la situación será especialmente crítico para la población infantil en periodos de vacaciones escolares ya que durante ellos los niños y las niñas, no tienen acceso a las raciones de alimentación escolar y al cuidado que usualmente reciben en los internados educativos.
El gobierno esta realizando algunas intervenciones a través de varias entidades, pero aún la cobertura es baja y las medidas insuficientes. Para que sean efectivas y sostenibles, se necesitarán medidas que incluyan la rehabilitación de sistemas de agua ya existentes e inoperantes por años de abandono institucional, una reconfiguración de los canales de abastecimiento alimentario que dé a las familias garantías mínimas de acceso a alimentos básicos, sistemas de rendición de cuentas que garanticen la transparencia en la ejecución de recursos, una infraestructura de servicios competitiva, un fortalecimiento institucional, y una decidida voluntad por coordinar y consultar las estrategias de desarrollo local con las autoridades tradicionales y con las comunidades del pueblo Wayuu.
En coordinación con las instituciones, con la Asociación de Autoridades Tradicionales de la Alta Guajira Wayúu Araúrayu, y con las comunidades, OXFAM ha elaborado un informe sobre la situación de los medios de vida y la seguridad alimentaria del pueblo Wayuu en la Alta Guajira. Con él esperamos contribuir a que se desarrollen acciones de política pública, y soluciones duraderas en medios de vida, seguridad alimentaria y agua.
Dicen en la extrema alta que quien la visita, ya nunca se va. Nosotros visitamos y no nos queremos ir, pero necesitamos ahora que el Estado invierta.
Las comunidades tienen las respuestas a muchas de las preguntas sobre cómo terminar con décadas de exclusión y superar esta crisis lenta y letal. El resiliente pueblo Wayuu, que enfrenta ahora el desarrollo de su Plan de Salvaguarda, ha demostrado tener propuestas concretas para su territorio que se hace urgente escuchar e implementar.
Tomado de: http://www.las2orillas.co/los-wayuu-ejemplo-de-resistencia/
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