Carta abierta y de frente para el Cerrejón por, Miguel Iván Ramírez
Boscán – Wayuu Epinayu
¡YA BASTA CERREJÓN! de tus
ruidosas, costosas y despampanantes campañas publicitarias en donde pones a tus funcionarios a liberar
tortugas y aves. ¡YA BASTA CERREJÓN! de tirártelas de ecologista y protector de
la naturaleza. ¡YA BASTA CERREJÓN! de ese discurso hipócrita y mediático en el
que presumes de aliado verde. ¿Tú que te crees Cerrejón? con tus embustes y tus patrañas, porque si hay alguien que ha herido de muerte el ecosistema de La
Guajira eres tú Cerrejón: cuando con tus máquinas desvías ríos, destrozas
montañas, fraccionas comunidades, compras consciencias, sobornas corazones. Y
ahora pretendes desviar el Arroyo Bruno… ¡NO MÁS!
Y no es la primera vez porque nadie
me saca de la cabeza que los Ríos Ipaluu y Europa los desapareciste tú, y te lo
digo de frente porque creo que ya está bueno de tanto cinismo y bellaquería.
No solo te has robado nuestro
territorio… también nuestro pasado: siendo niño me emocionaba cuando mis
abuelos nos gritaban que nos íbamos a la finca, La Esperanza se llamaba ella y
la esperanza nuestra y la de mis primos era montarnos cuanto antes en la
carrocería del 4x4 de mi abuelo y pasar cuanto antes por el río Ipaluu para
sacar las manos y tocar las torrentosas aguas cálidas vibrando de felicidad,
recuerdo que hacíamos una parada obligatoria para llenar los cántaros y tanques
de agua que llevaríamos para luego bañarnos, tomar y cocinar durante nuestro
día y hasta el amanecer; recuerdo luego que con desespero nos quitábamos la
ropa y corríamos en calzoncillo a zambullirnos y nadar mientras reíamos con el
piqueteo de los pescaitos en las piernas… hasta que mi abuela gritaba: ¡Vean pedazo
e´pelaos, sálganse de ahí y vámonos!. Al llegar a la finca nos mandaban a
bañarnos porque quedábamos zungos del polvero pega’o al cuerpo por el agua que
no nos secábamos del río… el agua la bombeaba mi abuelo a unos tanques de donde
sacábamos baldes para bañarnos en medio de juegos y mientras le dábamos de
beber a los chivos que llegaban al atardecer.
Ese recuerdo me
lo has robado porque ahora ya no existe ninguno de los dos ríos y por eso te
digo CERREJÓN: “no me robarás un recuerdo más, a mí ni a los niños que ahora se
bañan felices en el Arroyo Bruno que pretendes desviar”.
Quizás en aquella época no era
consciente de lo bello e importante del Ipaluu, para mí y para las familias que
tenían fincas y rancherías entre Maicao y el Corregimiento de La Majayura, las
cuales no sufrían por agua porque el Ipaluu noblemente la entregaba, recuerdo
otro lugar lleno de piedras redondas y grandes con imponentes árboles, lugar
donde –remembro- entre melancolía y
sarcasmo mi mamá decía: “Llegamos a Europa”, así llamaban a aquel otro río en
el que jugaba mi mamá….ahora no existe y mi madre nostálgica lamenta mucho ya no verlo correr y nutrir la tierra. Ese río
también lo secaste tú Cerrejón y ninguna campaña publicitaria le devolverá su
cauce y mucho menos la alegría a mi mamá de bañarse en él.
A esas tierras mi familia ya casi
no asiste; primero porque entre paramilitares, ejército, policía y guerrilleros
han cambiado el olor a vacas, marranos, chivos y gallinas por el de gasolina,
ACPM y delincuencia; literalmente nos mataron y desplazaron tal cual como lo
haces tú, Cerrejón, matando la tierra, cortándole sus venas de agua y
desplazando comunidades por todas partes. Porque entre otras cosas Cerrejón
nadie me saca de la cabeza tampoco que con toda esa gente armada te amangualas sembrándonos
terror para saciar tu hambruna de billetes que sin escrúpulos hacen crecer tus
billonarias cuentas bancarias.
Parecerá berrinchoso, irrespetuoso
y repleto de especulaciones mi escribir, pero simple y sencillamente nadie me
saca de la cabeza que detrás de todo esto estás tú. Antes no lo sabía pero
ahora sí, hoy me doy cuenta del cómo desapareces ríos; de la forma como asesinas
a diario los montes de la Serranía del Perijá escarbándole sus entrañas y
sacándole el carbón con el que haces negocios para saciarte de plata a cambio
de llenarnos la cabeza con “pajaritos preñaos”; con un progreso que nunca
llegará, con tus empleítos humillantes para los guajiros y los Wayuu; con tu mentirosa
responsabilidad social; con patrañas que
desaparecen ríos como el Ipaluu y el Europa que hoy extraño tanto.
Por eso grito que no se me da la
gana de quedarme callado ante tus intenciones de desviar el Arroyo Bruno,
porque con tus discursos insulsos y baratos de que hay buen carbón que
aumentará las regalías pretendes desaparecerlo y clavar de paso un cuchillo en
la yugular al Río Ranchería, es decir, asesinarlo y dejarnos sin agua como si
no fuera suficiente las extensas sequías y veranos que nos azotan.
Déjate de mentiras Cerrejón, deja
de matar la tierra y su gente, porque cuando hay sed la primera en sentirla es
la tierra, y si la tierra tiene sed no puede darnos de comer, y son
precisamente la sed y la hambruna la que tanto nos aqueja a los que vivimos en
La Guajira. El gobierno se escandaliza porque hay desnutrición y sequía en La
Guajira, hipócrita también porque arrodillado no condena a los sicarios de
nuestros ríos, de nuestra cultura, de nuestra gente… y todo por un puñado de
dólares que garanticen sus puestos en el congreso y la presidencia.
Te lo digo y te lo advierto, es
mi voz y la de todo el pueblo asentado en la península de La Guajira: ¡NO TE METAS CON EL BRUNO NI CON NINGUNO!
Ante una carta abierta como esta, uno no puede si no quedarse sorprendido y desconcertado. Es un escrito lleno de juicios y epítetos en cada uno de sus párrafos, casi que plasmados con rabia y argumentados con anécdotas que no se conectan con la realidad. Por eso no extraña que no haya espacio para la argumentación y el diálogo ya que como su autor afirma, cualquier cosa que se diga, “nadie le va a sacar de la cabeza”, que él tiene la razón, así no haya ningún razonamiento en su texto. Aunque como se dice en la región Caribe, “no se debe gastar pólvora en gallinazos”, también a otros les duele La Guajira. Es fácil culpar a otros por la pobreza del departamento, sin asumir la responsabilidad del destino propio. Es tal la rabia Al punto se acusa a los demás, que en un mismo saco mete a guerrilla, paramilitares, delincuencia y, en un desenfreno delirante, dice que todos éstos los ha traído el Cerrejón (¿Tiene pruebas porque no se le haga raro que ante la injuria alguien se las pida señor). También culpa al Ejército y la Policía como causantes de la sequía y la miseria. Mejor dicho, revuelve la gimnasia como la magnesia, o como dijera García Márquez, repitiendo un refrán de la jerga costeña, “confunde la mierda con la pomada”. Paradójicamente, en esta carta abierta no se menciona para nada a los políticos, que se han robado varios BILLONES de pesos en regalías que ha dejado el gas, el carbón, la sal, la energía eólica y no qué decir de los asesinatos cometidos por algunos de nuestros gobernantes. Para la muestra un botón: la alcaldesa de Manaure está presa. Sin embargo, esta réplica es un esfuerzo inútil. Por lo menos para el autor de la carta pero, para otros que la lean, puede generar una reflexión de sobre la compleja situación de un departamento, en donde uno no puede andar creyendo en cantos de sirena, pero tampoco rechazar lo que otros dicen, afirmando que son mentiras, sin detenerse a escuchar atentamente porque, por lo menos yo, le creo al Cerrejón que actúa con responsabilidad social y le creo al Ejército, cuando afirma que está defendiendo el territorio guajiro y eso no lo hago porque hayan comprado mi conciencia o hayan sobornado mi corazón, lo hago porque lo vivo.
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