Crónica de la Minga Indígena en Wounmainkat Territorio Wayuu
Por, Miguel Iván Ramírez Boscán*
Por, Miguel Iván Ramírez Boscán*
El señor Po a mi lado debe tener unos setenta y cinco años, viste
guayabera, wayuuco y waireñas. Su mirada, aunque detrás de unas gafas rayban y
la sombra de su sombrero, transmiten la veracidad de sus palabras que dan testimonio
de su experiencia triste y dolorosa con el Cerrejón. Bajo la luna llena que nos
ilumina inició su relato.
"Mi casa quedaba justo allí, donde está el cruce para los carros y el ferrocarril del tren, era de barro, también tenía una fresca enramada y un corral con muchos chivos, vivía con mis hijos y mi mujer…vivíamos bien. Un día llegaron unos alijunas ofreciendo una casa mejor, más chivos e hilo para que mi mujer tejiera, nos dijeron que íbamos a estar cerca a un colegio para que mis hijos estudiaran, para que cuando crecieran trabajaran con ellos….¿a cambio de qué tanta promesa? preguntamos y nos dijeron que tan solo debíamos abandonar nuestra casa y mudarnos a otro lado, nunca dijeron porque, mucho menos para que…a todo les respondí que no, que así como mi familia y yo vivíamos estábamos bien, que no necesitábamos mas nada, ni mudarnos para ningún lado. Eso mismo llegaron a ofrecer algunas otras veces, yo siempre dije que no iría a ningún lado, mi casa era esa. Pensamos que todo estaba claro pero no. Una noche y mientras dormíamos sentimos un ruido fuerte, como el de los carros pero más fuerte, unas luces como si se hubiese hecho de día nos encandilaron…despertamos asustados y sin saber qué pasaba salimos corriendo de la casa; vimos unas máquinas gigantes, no las había visto antes. Se vinieron encima de nosotros, aplastaron mi casa, mataron mis chivos y si no hubiéramos corrido también habríamos muerto…”
El señor Po hizo una pausa como de melancolía, un dejo de tristeza
quebró la voz mientras logre ver una tímida lágrima asomarse por debajo de sus
gafas, su desgastada piel la absorbió al instante así como la tierra del
desierto lo hace con la lluvia… entró en un profundo silencio. Aun vive por ahí
cerca, en Kasiwolin, en el sector de Media Luna por donde ahora pasa el
ferrocarril que rompió a La Guajira en dos, su nueva vivienda está cerca, muy
cerca del ennegrecido puerto que le repite como si de una horrorosa pesadilla se tratara:
“Sí, desaparecí tu casa, maté a tus
chivos, desplacé a tu familia, tus hijos nunca progresarán, te hice llorar y
tener pesadillas muchas noches… y qué, soy el Cerrejón y qué...”
Estos días estuve durmiendo encima de la vía férrea por donde antes
pastaban chivos, corrían niños, y vivían
muchas familias, en mi cabeza rondan las palabras del anciano, estoy cansado y
mal dormido, sabía a qué me atenía y aún así decidí venir y ser parte del
llamado que la Minga Indígena y Popular junto a la Organización Nacional
Indígena de Colombia hizo a todos los pueblos ancestrales de Colombia, para que
sumemos fuerzas y elevemos nuestra voz desde la inconformidad sentida por los
pueblos indígenas que solo vemos al estado como aquel ente que está empeñado en
ir en contra de nuestros planes y sueños de vida. En territorio Wayuu la
Organización Indígena de La Guajira-Yanama lidera la manifestación. Sin embargo
no fuimos los únicos en La Guajira que acudimos a acciones de hecho y como
parte de la Minga: la Asociación de Cabildos del Sur de La Guajira–AASIWASUG y
el Resguardo de Mayabangloma también se hicieron sentir de igual forma, sin
embargo para el pueblo Wayuu no es fácil asumir ni sostener tales acciones.
Recuerdo que en 2008 apoyamos así mismo la Minga Nacional, por aquel entonces
fue la Fuerza de Mujeres Wayuu la organización que lideró las acciones que
llamamos la Caravana por Wounmainkat. Hoy, unos años después, el liderazgo de Yanama
logró convocar a cientos de hombres y mujeres Wayuu que nos concentramos en el
sitio conocido como la “S” sector Paradero – Albania.
“Felicitamos y apoyamos enteramente a la Organización Yanama por su
esfuerzo de mantener este punto y de hacernos ver en su perseverancia que las
demás organizaciones que nos encontramos aquí tenemos que entender que aunque
hacia afuera nos perciban como un pueblo dividido socialmente tenemos claro que
el enemigo es otro y que hay momentos en que debemos estar juntos para que en
la unión podamos librar varias luchas…” –dijo Kawalasu Epieyu en Asamblea General.
Para el sétimo día de la Minga ya se habían logrado reunir comunidades de
Riohacha, Manaure, Maicao y Albania representadas en cabeza de líderes y
Autoridades Tradicionales, también llegaron organizaciones como la Fuerza de
Mujeres Wayuu, AASIWASUG, el Resguardo de Mayabangloma y Sintracarbón, todos juntos
en una sola voz y reunidos en el Resguardo 4 de Noviembre decidimos apoyar La
Minga Indígena y Popular, y a la vez decirle a las Multinacionales presentes en
el territorio que no queremos más sus mentiras ni la “mamadera de gallo” que
siempre han caracterizado a los entes del estado.
En esencia son cinco puntos que promueve la minga: 1. Derechos Humanos, conflicto Armado y Paz; 2. Territorio;
3. Política Minero Energética del país; 4. Política Económica y Agraria
Colombiana; 5. Autonomía Política, Jurídica y Administrativa. Estos puntos representan
la palabra y exigencias de los Pueblos Indígenas de Colombia, todos ellos con
historias similares a las del viejo Po, incluso muchas de ellas son más
desgarradoras, todas ellas conservan siempre un dolor que exige dignidad en
torno a cuidar a Wounmainkat – Nuestra Madre Tierra.
Al pasar el quinto día de esta minga en
Territorio Wayuu, en la voz de Autoridades Tradicionales y algunos líderes, se
decidió abandonar la vía férrea y hacernos a un lado cercano. “Esto lo hacemos
como muestra de que somos gente de Paz” –dijo la líder Wayuu Remedios Fajardo a
la vez que le advirtió a los funcionarios presentes (representantes del Cerrejón,
del Ministerio del Interior, alcaldesa de Albania, delegados de la gobernación,
del ejército y de la policía) que rechazaba la amenaza de violencia e
intimidación que venía haciendo el ESMAD. “Pobres policías –dijo una anciana-
no les tengamos miedo sino lástima porque ellos son el reflejo de lo inservible
que es el Estado Colombiano”
Al terminar de escribir esta crónica la Minga va
por su octavo día y aún continúa caminando y paralizando al país. Los medios de
comunicación nunca han dicho que Ejército y ESMAD asesinaron indígenas en el
Cauca, en Risaralda y Antioquia. Tampoco dijeron que “Los Rastrojos” publicaron
un comunicado en el que amenazan al movimiento indígena, a sus líderes y
comunicadores. Mucho menos dijeron que al día siguiente de despejar la vía, los vigilantes del kilómetro 132 levantaron a un joven de 18
años que fue arrollado por la locomotora número 1016 de la mina; al parecer el
joven decidió suicidarse; suicidio o no, el tren de la mina lo mató.
El viejo Po, quien parece tener triste el espíritu, hace más de treinta años
dormía donde está ahora el ferrocarril; yo dormí estos días donde esta ese
ferrocarril; él nunca antes ni siquiera soñó que eso llegara ahí. Estando
dormido allí soñé que ojalá algún día no muy lejano eso se vaya de aquí y para
siempre.
Por, Miguel Iván Ramírez Boscán*
Wayuu del Clan Epinayuu
Publicista, documentalista, defensor de derechos de los pueblos Indígenas
Comunicador Comunitario de La Organización Indígena Yanama y Fuerza de Mujeres Wayuu
Editor de NotiWayuu - Director de NotiWayuu impreso.
Por, Miguel Iván Ramírez Boscán*
Wayuu del Clan Epinayuu
Publicista, documentalista, defensor de derechos de los pueblos Indígenas
Comunicador Comunitario de La Organización Indígena Yanama y Fuerza de Mujeres Wayuu
Editor de NotiWayuu - Director de NotiWayuu impreso.
Justo lo de las Mingas de los pueblos indígenas, así es que se exigen los derechos mostrando unidad, las organizaciones campesinas debemos aprender de esa tenacidad y fortaleza de sus lideres.
ResponderEliminarJusto lo de las Mingas de los pueblos indígenas, así es que se exigen los derechos mostrando unidad, las organizaciones campesinas debemos aprender de esa tenacidad y fortaleza de sus lideres.
ResponderEliminar